En épocas de crisis y escasez de medios, ciertos empresarios empiezan a plantearse la viabilidad de sus negocios y a valorar si realmente merece la pena continuar con la actividad o si conviene modificar la forma de hacerlo.

Desde un punto de vista psicológico podemos encontrar muchas formas de afrontar estas decisiones, algunas de ellas incluso podemos denominarlas de reinvención o renacimiento, sin duda el mundo del coaching empresarial está teniendo un gran auge en este sentido. Sin embargo, nosotros como juristas somos más prácticos y nos centramos en las soluciones que a nivel jurídico nos ofrece nuestro sistema.

El emprendimiento y el desarrollo de negocios necesitan de un asesoramiento jurídico activo, nuestro país está lleno de normas fiscales y mercantiles complejas, no basta con tener una idea, por eso muchos proyectos llegan a su fin en menos de un año. Este asesoramiento se hace más necesario aun cuando se cierran etapas.

Como hemos hablado en otros artículos, resulta muy importante tener claro que a la hora de cerrar una empresa debemos acudir a los mecanismos legales, con el fin de evitar que las deudas puedan crecer o incluso, que puedan afectar directamente al patrimonio personal de socios y administradores, porque la responsabilidad limitada es una ficción con excepciones.

Es muy importante distinguir el cierre de una empresa siendo una sociedad o siendo autónomo.

En el caso de las sociedades, debemos velar por una correcta liquidación de los bienes, si fuera posible, evitando agravar la situación de insolvencia y valorando si es posible liquidar la empresa siguiendo un orden de manera extrajudicial o si por el contrario debemos acudir al mecanismo del concurso de acreedores.

Todo esto tiene como fin poder disolver y concluir la actividad de la sociedad, dejando constancia de esta situación a todos los acreedores y cerrando así la oportunidad de los mismos de reclamar, no sólo contra la empresa sino también contra el patrimonio de los administradores e incluso los socios.

Existe una práctica muy extendida y peligrosa en España que consiste en dejar inactiva la sociedad cuando su actividad no puede continuar. Todos los abogados especializados desaconsejamos esta práctica, porque olvidarnos de la sociedad no la hace desaparecer y puede dar lugar a un agravamiento de la insolvencia y a que los administradores tengan mayores riesgos de que sus bienes se vean comprometidos.

En el caso de autónomos, muchas veces se asocia cerrar un negocio con el fin de la vida económica del empresario, sobre todo cuando dicho cierre se realiza de manera tardía agravando la situación de insolvencia de manera desmesurada.

Frente a esto, debemos recordar que también se pueden adoptar medidas a nivel jurídico para mitigar los efectos de una mala racha económica, así como revertir esa situación. No es la primera vez que hablamos de la posibilidad de acudir al mecanismo de segunda oportunidad, que es la forma legal con la que podemos beneficiarnos de la exoneración de las deudas que no hemos podido abonar con el fin de reestructurar nuestra economía y comenzar una nueva vida, incluso volver a emprender. Es decir, la segunda oportunidad para empezar de cero sin abonar las deudas que no hemos podido pagar.

Debemos tener en cuenta un escenario muy común: las situaciones en las que el empresario se encuentra sin ninguna clase de activo para poder responder de las deudas, o el poco activo que hay no es suficiente para satisfacer mínimamente las deudas y los gastos existentes. En estas situaciones también hay salida, gracias a que la normativa concursal prevé la posibilidad de acudir al concurso sin nombramiento de Administrador concursal y sin mayores gastos que los de la solicitud, con el fin de liquidar la empresa de manera sencilla y rápida, evitando mayores perjuicios tanto para los acreedores, como para los administradores o autónomos. En esta es una cuestión profundizaremos en futuros artículos.

Si te encuentras en una de estas situaciones, no dudes contactar con nosotros, te asesoraremos y buscaremos una solución totalmente adaptada, ya que nunca no hay dos casos iguales.

No es la adversidad, sino tu reacción a la adversidad, la que determinará el desarrollo de tu vida”.

Dieter Uchtdorf